Cuatro velas aromáticas de colores en frascos de vidrio alineadas sobre una baranda de madera, con el río Hudson, el horizonte de la ciudad de Nueva York y el parque Little Island de fondo durante el atardecer.

De la mesa del comedor a un taller formal: Una pasión que convirtió una vela en empleo y crecimiento

Contenido del artículo

La determinación, la pasión y el deseo profundo de crecer, hacen que un emprendimiento pueda dar el salto que convierte los sueños en progreso y oportunidades reales.

Jackeline Correa Ramírez es una colombiana que cuando encendió por primera vez una vela hecha a mano, no imaginó que ese pequeño destello de luz se convertiría en un emprendimiento con identidad, propósito y futuro. Su marca nació en la intimidad de su hogar, teniendo como lienzo la mesa de su comedor y hoy crece paso a paso, con bases sólidas y un camino cada vez más claro hacia un crecimiento sostenido. Su historia demuestra que confiar en la formalidad puede ser el camino para transformar una pasión individual en oportunidades para la comunidad, la ciudad y el país.

La historia de Zhu Studio comienza con una niña que siempre prefirió las manos llenas de pintura antes que los números. Aunque Jackeline estudió contaduría pública buscando seguridad, siguiendo el camino de sus hermanas mayores, su verdadera pasión siempre estuvo en todo lo que podía crear con su imaginación y materializar con sus propias manos.

Ese impulso la llevó a estudiar diseño de interiores en la Academia Superior de Artes, donde encontró el lenguaje con el que podía transformar espacios y emociones. Durante años trabajó como independiente remodelando hogares y construyendo ambientes, pero el deseo de crear algo propio seguía encendido.

Solo hasta el 2021, en un mercado aún sin saturación, tomó un curso de elaboración de velas. Ese simple taller se convirtió en su revelación. Las velas le permitían unir diseño, arte, aroma, forma y espacio: todo lo que amaba en un solo objeto.

Con el apoyo de su madre, sus hermanas, su pareja y sus amigos, quienes les aportaron insumos, herramientas y ánimo, empezó a fabricar desde su casa. Allí, su comedor se volvió el taller, que durante su primera temporada del Día de la Madre: “No había dónde sentarse, todo era producción, empaques, aromas… y fue hermoso”, recuerda.

Finalmente, decidió dar el salto: formalizar su marca, registrar su logo y proteger su diseño. Recuerda que fue un proceso meticuloso, que duró más de un año. Esta decisión le permitió consolidar su identidad y proteger su visión. “Quería hacer las cosas muy bien desde el principio”, afirmó Jackeline, destacando la importancia de cada detalle, desde la etiqueta hasta el empaque.

Cuatro velas aromáticas de colores en frascos de vidrio alineadas sobre una baranda de madera, con el río Hudson, el horizonte de la ciudad de Nueva York y el parque Little Island de fondo durante el atardecer.

El camino del emprendimiento no ha estado libre de tropiezos, especialmente en lo económico, pero Jackeline nunca ha caminado sola. Con valentía, buscó apoyo en entidades que creyeron en su talento. Su acercamiento a la alcaldía de su ciudad y a la Cámara de Comercio Aburrá Sur le permitió encontrar las herramientas para seguir creciendo de manera sólida y sostenida.

La visión de Zhu Studio va más allá de la venta de velas. Jackeline concibe sus productos como elementos de diseño que no sólo perfuman, sino que transforman los espacios, creando conceptos únicos a través de colecciones exclusivas. Su objetivo es crecer, expandirse, tener empleados y llegar a más personas para ofrecer un mundo completo de iluminación y aromas.

¿Por qué la formalización es la clave del crecimiento de los emprendimientos?

Cuando un emprendimiento trabaja en la informalidad, muchas puertas se le mantendrán cerradas, ya que no podrá acceder fácilmente a créditos, a programas de apoyo ni a oportunidades que le permitirán crecer. Por eso, formalizarse no debería verse como un trámite complicado, sino como un paso que abre el camino, porque permite entrar a un sistema que acompaña y ofrece herramientas para que los emprendimientos sean más fuertes y sostenibles en el tiempo.

Con esa idea, en Colombia, el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo lleva más de diez años acompañando a emprendedores de todas las regiones. Desde 2012, ha orientado a más de 180.000 empresarios en los 32 departamentos del país, enseñándoles cómo dar el salto hacia la formalidad y cómo aprovecharla para avanzar. Más que hablarles de normas, estos programas buscan mostrarles que hay un camino posible y que no tienen que recorrerlo solos.

Muchos de estos apoyos, le permiten a los emprendimientos acceder a créditos más flexibles, ayudas económicas que no deben devolver, descuentos importantes y oportunidades para participar en compras públicas y proyectos de crecimiento empresarial.

En el caso de Panamá, existe el programa Panamá Emprende que es un sistema digital creado para que cualquier persona, panameña o extranjera, pueda abrir una empresa en cuestión de minutos. Sin filas, sin trámites extensos y sin costos adicionales, esta plataforma simplifica al máximo el inicio de una actividad económica, apoyándose en la tecnología y en la confianza ciudadana. Su objetivo es promover un clima de negocios ágil y accesible, donde emprender sea un proceso sencillo y al alcance de todos.

Gracias a este modelo, Panamá se posiciona entre los países más rápidos y fáciles para crear una empresa. La lógica es simple: mientras la actividad no esté prohibida, cualquier persona puede emprender, solo debe avisar al Estado que inicia operaciones. Con esto, el Gobierno impulsa la generación de empleo y riqueza, abriendo la puerta a más oportunidades para quienes desean empezar su propio negocio.

Por su parte, el Banco Interamericano de Desarrollo, BID, con sede en Washington DC, Estados Unidos, ofrece el Proyecto de Financiamiento a instituciones emergentes de microfinanzas, en el que se busca que más microempresarios de bajos ingresos, sobre todo quienes viven en zonas rurales, puedan acceder a servicios financieros que hoy no tienen a la mano. Para lograrlo, entregan un préstamo a Vision Fund International, que a su vez los llevan a pequeñas instituciones de microfinanzas que trabajan directamente con emprendedores que viven del día a día y que necesitan un impulso para estabilizar y hacer crecer sus negocios.

En palabras simples: formalizarse es una forma real y práctica de crecer. Un paso que da tranquilidad, abre puertas y convierte un sueño en una empresa con futuro.

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